En una charla de la concejalía de Educación para familias, el psicólogo y sexólogo dijo que es como una “pandemia” y la “gasolina” que alimenta las agresiones sexuales
Autor del libro ‘¿Por qué no?’
Las estadísticas dicen que los
jóvenes dedican en internet el doble de tiempo al porno que a otros contenidos.
Este consumo excesivo de pornografía está detrás de otros problemas madurativos
y de salud sexual. Y, lo que es peor, del aumento de las agresiones sexuales al
normalizar los contenidos violentos del porno. De ello alertó a las familias el
psicólogo y sexólogo Alejandro Villena en una charla organizada por la
concejalía de Educación.
Tras dos sesiones matinales en el Gran Teatro con alumnado de Primaria y de Secundaria sobre adicciones comportamentales y los riesgos de internet, el autor del libro ‘¿Por qué no? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía’ ofreció el jueves por la tarde en la Casa de Cultura una sesión más dirigida a las familias que atrajo a buen número de padres y madres. La concejalía de Educación, a sugerencia del colegio ‘San José’, contó con este ponente para abordar uno de los grandes peligros que la juventud encuentra en internet.
Psicólogo y sexólogo clínico,
investigador de la Universidad Internacional de La Rioja, miembro de la
Asociación Mundial para la Salud Sexual y del comité nacional de expertos en la
generación de entornos digitales seguros, Alejandro Villena se centró en las
consecuencias del consumo de pornografía que hacen actualmente los adolescentes
y que crea en ellos lo que denominó como “una mirada pornificada”. “La
sexualidad es cuidar, es conectar, es el yo, el tú y el nosotros; la
pornografía es usar, desconectar y el yo”, explicó.
Los datos señalan que el primer contacto de los chavales con el porno es a los nueve años de edad, la mayoría de las veces accidentalmente en ventanas emergentes en la red, y que los adolescentes dedican el doble de tiempo a consumir pornografía que a otros contenidos en internet, según el ponente, que la calificó como una “pandemia”. “Se contagia rápidamente, cualquiera lleva un cine porno en el bolsillo, gratis, ilimitado y con contenidos extremos alejados de la sexualidad real”, afirmó Villena.
Así, la actual es la sociedad con
más libertades sexuales pero con peor sexo de la historia. Según Alejandro
Villena, además de estar detrás del deterioro de la salud sexual, provocando
disfunciones sexuales en jóvenes y aumentando en más de un 100% las
enfermedades de transmisión sexual, la pornografía también hace que aumenten
las agresiones sexuales en jóvenes fruto de las barbaridades sin control que
ven en internet.
“Sabemos que el consumo de pornografía es la gasolina que hace aumentar la agresividad del hombre hacia la mujer, que pasa de ser alguien a ser algo, de ser sujeto a objeto”. Al respecto, el psicólogo y sexólogo citó estudios que destacan que un joven que ve porno, tiene dos veces más probabilidades de ser un agresor sexual que el que no lo ve. En el caso de las chicas, las que consumen pornografía tienen cuatro veces más posibilidades de ser víctimas de agresiones sexuales por cómo el porno normaliza lo que es violencia.
Por si fuera poco, el consumo problemático de pornografía afecta al cerebro como cualquier otra adicción y perjudica a la memoria, causa disfunción eréctil en los chicos, problemas de sueño o baja autoestima. Todo ello unido a las consecuencias de la hiperestimulación de estar permanentemente conectados a internet, donde tienen todo al instante, lo que baja la tolerancia a la frustración, entre otros riesgos, como retrasos madurativos, de comprensión lectora o problemas de visión. “Es la primera vez en la historia del ser humano que el coeficiente intelectual disminuye”, remató Villena.
Con la máxima de que “el sexo
aporta y el porno aparta”, el ponente describió algunas de las principales
señales de alerta como la impulsividad, el lenguaje sexualizado o las conductas
machistas, y abogó con las familias por educar a hijos e hijas desde la
afectividad y por desarrollar alternativas de tiempo libre sin móvil. Y como
regla de oro: “Todo lo off-line siempre es mejor que lo on-line”.
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