Hemos asistido a un pleno ordinario de Julio en el que las
campanas dieron por concluido el cónclave. Las 12 de la noche y a casita.
La verdad es que es buena hora un martes para tomarse algo
fresquito o en el peor de los casos para irse a casa y con la vigilia nocturna
de la canícula darle vueltas a todo lo hablado, debatido y aprobado.
Pero no queremos hablar de eso. Quiero hablar de porqué son
tan largos los plenos y cómo se podrían acortar sin perder un ápice de interés
y funcionalidad.
Entendemos  que en los
plenos intervienen los portavoces de los grupos. Cinco en total. Consideramos  de máximo interés esas intervenciones, a veces
sagaces, otras didácticas y otras irrespetuosas.  Todas 
pueden ser  válidas en política. Siendo
los portavoces mejores o peores oradores, creemos que  todos tienen  un discurso sólido y certero en la mayoría de
las ocasiones.
Y entonces, cuando ya está todo dicho, cuando  todos han  intervenido,  se oye aquello de…”Brevemente”. Y empiezan los
20 minutos de parrafada sin sentido del Sr. Alcalde. 
Si la señora Labián hace perfectamente de portavoz,  si tiene grandes dotes (ganadas en las Cortes
de Toledo) como política, ¿Qué aporta la intervención del Alcalde? ¿No se da
cuenta de que sus aportaciones no aportan (valga la redundancia) nada?
Realmente nos parece que el grupo socialista está
perfectamente representado por la Sra. Labián sin tener que intervenir el
Alcalde.
Debe el Alcalde presidir los plenos y velar por el
cumplimiento del ROM, pero no utilizarlo para lucimiento propio y extender
demasiado la duración de los mismos.
Nos provoca indignación que en dicho Pleno el público no pudiese
 intervenir por falta de tiempo,  que se quedasen  preguntas interesantes sin responder por falta
de tiempo, porque ese tiempo se había ido entre varios “Brevemente…”.
ACM













