Francisco Agarrabeitia Ramírez |
En primer lugar es evidente que
los resultados son una sorpresa, viendo las caras de los dirigentes del PP se
comprueba que ni ellos mismos se lo pueden creer, no es lógica esa alegría
cuando tienen tan difícil como antes sacar adelante una sesión de investidura,
porque a pesar de ganar el PP está completamente sólo, nadie, ni siquiera
Ciudadanos, está dispuesto a investir a Rajoy. No tiene ninguna justificación
lógica que desde las elecciones del 20 de diciembre el PP haya podido recuperar
cerca de 700.000 votos, subiendo en todas las Comunidades Autónomas, destacando
Andalucía (más 130.000), Madrid (110.000) y Valencia (80.000), estas dos
últimas en las que en los últimos meses han estado continuamente saliendo casos
de corrupción del PP, habiéndose convertido en el primer partido imputado
(aunque ahora se denomine investigado) de la democracia, con dirigentes en la
cárcel, pero es que además en estos seis meses se he demostrado su
disponibilidad para aplicar más recortes, se ha demostrado que no dijeron la
verdad sobre el déficit del 2015, se ha demostrado que el Ministro del Interior
ha utilizado mecanismos del Estado para atacar a rivales políticos, ha tenido
que dimitir un Ministro por mentir sobre sus negocios en paraísos fiscales, y
un largo etc. En esta situación lo lógico es que el PP hubiera perdido votos
con respeto al 20D.
Y si la subida del PP es una
sorpresa más lo es todavía la bajada de Unidos Podemos, que en 6 meses se han
dejado más de un millón de votos, bajada maquillada porque al ir juntos han
conseguido obtener el mismo número de diputados con menos votos de los
obtenidos entonces por separado. Una bajada general y todas y cada una de las
Comunidades Autónomas, destacando Andalucía (210.000), Madrid (210.000),
Valencia (125.000), Cataluña (80.000) y Galicia (65.000), una bajada en votos
que ninguna encuesta había ni remotamente anunciado. Las encuestas anunciaban
el sorpasso, el adelantamiento al PSOE de Unidos Podemos, que no se ha
producido a pesar de que el PSOE ha perdido unos 100.000 votos, aunque de forma
muy irregular, pues ha bajado en 7 Comunidades (sobre todo en Andalucía,
Cataluña, Castilla-La Mancha y Extremadura) y ha subido en otras 9 (Madrid,
Valencia, Aragón, Baleares, Asturias, etc), lo cual también ha sido una
sorpresa para el propio PSOE que tenían casi asumido quedarse en tercer lugar.
Menor sorpresa ha supuesto la
bajada de Ciudadanos pues la anunciaron las encuestas, se han dejado casi un
10% de sus votantes, han bajado cerca de 400.000 votos, de forma generalizada
en todas las comunidades, excepto Canarias (suben 4.000), pero con bajadas muy importantes
como Cataluña (110.000) o Madrid (66.000) o Valencia (40.000). Si bien tampoco
es lógico, aunque lo anunciasen las encuestas, que Ciudadanos perdiese votos en
favor del partido del gobierno salpicado día tras día por casos de corrupción.
¿A que puede deberse esta
sorpresa?
Los resultados de Cataluña y
Galicia, con importante pérdida para Unidos Podemos, parecen dar a entender,
debido a que ya hubo unidad en esas dos comunidades para las elecciones de
diciembre, que la causa de la bajada no es la unidad en sí misma, es decir, no
se debe a que hay un elevado número de votantes de IU que no aceptan la unidad,
ni tampoco de Podemos. La campaña del miedo que medios sensacionalistas han
dirigido contra Podemos no es algo nuevo, ya se dio en diciembre. Estos
factores no eran apreciados por las encuestas, las cuales en su totalidad,
incluso 6 días antes de las elecciones, pronosticaban el sorpasso, las
encuestas, las encuestas? ¿Pueden haber tenido influencia las encuestas en el
resultado final?
Las encuestas anunciaban que
Unidos Podemos sería el tercer partido en número de escaños por delante del
PSOE, y que entre ambos podría formar gobierno, además desde Unidos Podemos,
además de dulcificar sus ataques contra el PSOE, se anunciaba que su objetivo
era formar coalición de gobierno con el PSOE, no se cansaban de repetirlo en
sus actos, comunicados, incluso en los debates, era algo que repetían
insistentemente, un objetivo que las encuestas anunciaban como muy posible.
Esta es la diferencia con respecto a las elecciones de diciembre, hace 6 meses
el objetivo de Podemos era entrar con fuerza en el Congresos para oponerse a la
política del PP, para enfrentarse a los recortes de sanidad, contra los
recortes de educación, contra los recortes de derechos sociales y laborales,
para enfrentarse a la corrupción, etc, y para eso se movilizaron sus votantes.
En cambio, en las elecciones de junio, el objetivo de Podemos era ganar o al
menos tener la suficiente fuerza como para dirigir un gobierno con la ayuda del
PSOE, los objetivos son muy distintos, y no es lo mismo movilizar a su
electorado para un objetivo que para otro, y no olvidemos que la base de
Podemos es muy diversa y heterogénea, por lo que no es descartable que parte de
su base electoral, la menos firme o convencida, haya decidido finalmente
abstenerse por la falta de convicción en que esa alternativa le transmita la
garantía o seguridad que para ellos debe cumplir una alternativa de gobierno.
No es de extrañar que entre algunos votantes de Podemos del pasado diciembre
haya personas que no les parezca serio tener como Presidente de Gobierno a
alguien que se hizo famoso por ser un polémico o espectacular tertuliano con
discursos muy criticables sobre Venezuela o los presos de ETA.
En el polo opuesto, ese objetivo
de Podemos, esa posibilidad de formar o al menos dirigir gobierno, también ha
podido movilizar cierto electorado desencantado del PP, que por rechazo a esta
posibilidad se decantaron finalmente por dar su voto al PP “como mal menor”.
En mi humilde opinión creo que el
factor más diferenciador de las elecciones de diciembre y junio ha sido que en
junio se ha visualizado, confirmado por las encuestas, la posibilidad de que
Podemos formase o dirigiese el gobierno nacional teniendo a Pablo Iglesias de
Presidente, y esta diferencia ha podido determinar la movilización o
desmovilización de una parte del electorado tanto del propio Podemos como del
Partido Popular.
Francisco Agarrabeitia Ramírez.
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