Si
vivimos la Santa Semana imbuidos del sentido de la muerte buena en Cristo
tenemos necesariamente que resucitar con Cristo para dar sentido a nuestro
compromiso de cristianos. No podemos ser meros espectadores de la resurrección
de Cristo como si eso fuera un hecho fulgurante o simplemente taumatúrgico.
Tenemos
que trascender desde la Cruz a la Resurrección. La cruz no es sólo el anclaje
donde Jesús se nos muestra crucificado. Ese anclaje no es más que la expresión
absoluta y perfecta del abrazo de Cristo a la humanidad en el amor sin medida
por el que nos redime y nos salva. Cuando miramos al Santísimo Cristo de la Buena Muerte tenemos que clavar nuestros
ojos en Cristo Jesús, en ese Cristo Jesús que en cuestiones de amor ama sin
medida. En la cruz el amor no está secuestrado, en la Cruz el amor es infinito,
absoluto y sin medidas.
El
cartel, idea original de Jerónimo Romero-Nieva Lozano y desarrollada por Carlos Noblejas Gallego y Ángel Jesús Gómez Santos de Estudio Selvática, se
centra en la figura del Cristo de la Buena Muerte, en una perspectiva
direccional ascendente, como trascendiendo hacia la Resurrección. La imagen del
Cristo se eleva sobre este concepto hacia un resplandor azul, recordando el
color azul representativo de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte,
destellando un sutil rayo de luz que se extralimita fuera del cartel.
Imagen Semana Santa de Manzanares |
En
el ambiente del fondo, se han utilizado colores terrosos en las montañas, para
así crear mayor peso en la parte inferior del cartel. Mientras que, en la parte
superior, el cielo posee una cromática anaranjada, puesto que es el color
complementario del azul, creando un mayor contraste y así resaltar de una forma
más marcada la figura de Jesús.
Finalmente,
se ha añadido como detalle un marco de dos líneas paralelas bilaterales que
ascienden y se desvanecen arriba para mantener el sentimiento de superación
hacia la Resurrección.
Jerónimo Romero-Nieva Lozano