Erase otra vez el Cuento de la Gran Ciudad en obras para
reformar los pasos de peatones, segunda parte.
Veamos…
Los dirigentes de la Gran Ciudad, estaban orgullosos de las
obras que habían comenzado y que habían reformado muchos de los pasos de
peatones de la Gran Ciudad y habían dado a luz otros nuevos.
Ellos como casi siempre vivían en su mundo,
apartados de la
realidad de sus conciudadanos, les daba igual que las reformas llevadas a cabo
estuvieran casi peor realizadas (bastante chapuzas) que las que había con
anterioridad. Peor construidas y no respetando las alturas para la movilidad de
sillas de ruedas y pies cansados.
Pero siguieron construyendo, sin pensar mucho, les daba
igual los resultados, tan solo querían que se viera que ellos hacían cosas
por
la Gran Ciudad, aunque estas cosas fueran incoherentes e inservibles y se
fueron a otra zona de la urbe y siguieron haciendo reformas, muy deprisa eso sí.
Cambiaban unas líneas de baldosas grises por otras de color
rojo delante de los pasos de cebra (tal vez para los que tienen dificultades de
visión vieran donde se encuentra el paso), pero no se les ocurría bajar los
bordillos ya que estaban allí para que los más desfavorecidos físicamente los
pudieran utilizar. A ellos les daba igual, ellos iban en grandes coches.
Pero qué más da, si en su mundo los más desfavorecidos, los
ancianos, los que van en sillas de ruedas no son muy rentables, no son
competitivos, no son excelencia, tan solo son un gasto de pensiones y sanidad y
hay que apretarles el cinturón y después engañarlos diciéndoles que todos los
años les van a subir la pensión aunque en realidad cada año no se sabe muy bien
él porque es más pequeña y encima os hacemos obras (aunque no las podáis utilizar)
para que tengáis una mejor calidad de vida.
Los ciudadanos de la Gran Ciudad, cada día estaban más
enfadados cuando veían como los dirigentes les quitaban las cosas que les
facilitaba la vida y ellos cada vez tenían más y mejores sueldos, más y mejores
trabajos (casi siempre de asesores), y cuando a cada momento se reían de ellos
y los toman por idiotas, y sumaban y seguían.
Algunos soñaban y decían en voz alta: Pronto llegará el día
en que los ciudadanos de La Gran Ciudad
expulsarán a los malos dirigentes que los han gobernado en contra de las
necesidades de su pueblo siguiendo siempre las consignas de sus señores
feudales que todavía han tenido menos conocimiento de la realidad del pueblo
que ellos y volverá a ser humana, a tener corazón, a cuidar de sus enfermos,
ancianos y niños y volverá la cordura desde una educación de todos y para todos
que al final los hará grandes.
Pero hasta entonces, colorín colorado este cuento se ha
acabado.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.