Porque como dice
Mario Benedetti. ¿De qué se ríe señor ministro, de qué se ríe?
Jerónimo Calero Calero. |
Leo, en Manzanares en Imágenes, un artículo de opinión
firmado por Pablo Camacho Fdez.-Medina y me uno a su indignación y al dolor
de una familia, que además de haber
tenido que luchar contra las trabas que
supone abrirse un hueco en un país que no es el de origen, ha tenido que
soportar el dolor más grande que puede
tener un ser humano como es la muerte de un hijo.
Probablemente, a juzgar por la severa enfermedad que padecía
este joven, tuviera los días contados y ni la paga más elevada del mundo ni las atenciones, que a veces nada tienen
que ver con las ayudas, y que seguramente habrá tenido por parte de sus padres,
hubieran podido solucionar su causa. Y
digo esto porque no parezca demagógico
achacar la culpa a unos recortes que, por muy buena que haya sido la
voluntad de quienes los han puesto en práctica, nos han disminuido y han atentado contra unos derechos
adquiridos a base de una mejor justicia social y distributiva que todos hemos
ayudado a construir.
Pero llegados a este punto he de decir que siento una total
indignación por todo lo que supone recortar derechos y libertades, tan
Y ya no se trata de decir quiénes lo han hecho peor, o la
herencia recibida, o el sacrificio de
los españoles ha evitado que nos tengan
que rescatar; porque eso sí que es demagogia. Una demagogia barata y
recalcitrante amparada en una mayoría de la que, con total sentido cívico,
reniego.
Curiosamente, hemos pasado de los recortes del principio, al
endeudamiento del final; de no tener dinero para lo social, a tenerlo para el
espectáculo. No sé si será porque ahora toca decir que vamos por el buen camino
(tal vez las cada vez más cercanas elecciones obligan a hacer tarea), pero así
está ocurriendo.
Yo, que a pesar de no ser partidario de los símbolos,
respeto la bandera de mi nación,
considero un despropósito emplear dinero público ( y se llama público
porque es de todos) en promover eventos como el anunciado para el diez de Mayo
en Manzanares (por citar sólo un ejemplo de los muchos despropósitos a los que
ahora nos están abocando). Creo que la mejor manera de honrar a nuestra nación
pasa por recuperar la dignidad de sus habitantes, promover el pleno empleo,
invertir en educación, investigación, sanidad, cultura… Es probable que
entonces, como en el mejor partido de nuestra selección, ese que nos hace
campeones del mundo, las banderas ondeen
en todas las ventanas con un orgullo patrio. Lo demás, no deja de ser un
espectáculo de cara a la galería y creo que no ha lugar.
Siento profundamente lo de Jomián Leonel, un joven al que,
al parecer, se le ha negado la posibilidad de seguir vivo, por mucho que su
vida pendiera de un hilo. Lo siento. Lo siento tanto, como ver la cara de
felicidad con la que nuestros políticos
quieren vendernos el buen funcionamiento de nuestro país. Porque como dice
Mario Benedetti. ¿De qué se ríe señor ministro, de qué se ríe?
-Jerónimo Calero Calero-