martes, 1 de abril de 2014

HERIDAS EN EL ALMA. Artículo de opinión de Jerónimo Calero Calero.



Porque como dice Mario Benedetti. ¿De qué se ríe señor ministro, de qué se ríe?
Jerónimo Calero Calero.
Leo, en Manzanares en Imágenes, un artículo de opinión firmado por Pablo Camacho Fdez.-Medina y me uno a su indignación y al dolor de  una familia, que además de haber tenido que luchar contra  las trabas que supone abrirse un hueco en un país que no es el de origen, ha tenido que soportar  el dolor más grande que puede tener un ser humano como es la muerte de un hijo.

Probablemente, a juzgar por la severa enfermedad que padecía este joven, tuviera los días contados y ni la paga más elevada del mundo  ni las atenciones, que a veces nada tienen que ver con las ayudas, y que seguramente habrá tenido por parte de sus padres, hubieran podido solucionar su causa.  Y digo esto porque no parezca demagógico  achacar la culpa a unos recortes que, por muy buena que haya sido la voluntad de quienes los han puesto en práctica, nos han disminuido  y han atentado contra unos derechos adquiridos a base de una mejor justicia social y distributiva que todos hemos ayudado a construir.

Pero llegados a este punto he de decir que siento una total indignación por todo lo que supone recortar derechos y libertades, tan
explícitamente argumentado ahora por los dirigentes de turno. Sobre todo, porque lo de los recortes me parece la mayor falacia que están utilizando quienes administran nuestro dinero. El nuestro, no el de ellos; el que con sudor y esfuerzo pasa de las manos del contribuyente al erario público y del que cobran sus suculentos sueldos; sueldos para los que la crisis pasa de largo y  a los que se pueden permitir la generosidad de reducirles una paga al año o un porcentaje sobre el bruto.

Y ya no se trata de decir quiénes lo han hecho peor, o la herencia recibida,  o el sacrificio de los españoles ha  evitado que nos tengan que rescatar; porque eso sí que es demagogia. Una demagogia barata y recalcitrante amparada en una mayoría de la que, con total sentido cívico, reniego.


Curiosamente, hemos pasado de los recortes del principio, al endeudamiento del final; de no tener dinero para lo social, a tenerlo para el espectáculo. No sé si será porque ahora toca decir que vamos por el buen camino (tal vez las cada vez más cercanas elecciones obligan a hacer tarea), pero así está ocurriendo.

Yo, que a pesar de no ser partidario de los símbolos, respeto la bandera de mi nación,  considero un despropósito emplear dinero público ( y se llama público porque es de todos) en promover eventos como el anunciado para el diez de Mayo en Manzanares (por citar sólo un ejemplo de los muchos despropósitos a los que ahora nos están abocando). Creo que la mejor manera de honrar a nuestra nación pasa por recuperar la dignidad de sus habitantes, promover el pleno empleo, invertir en educación, investigación, sanidad, cultura… Es probable que entonces, como en el mejor partido de nuestra selección, ese que nos hace campeones del mundo,  las banderas ondeen en todas las ventanas con un orgullo patrio. Lo demás, no deja de ser un espectáculo de cara a la galería y creo que no ha lugar.

Siento profundamente lo de Jomián Leonel, un joven al que, al parecer, se le ha negado la posibilidad de seguir vivo, por mucho que su vida pendiera de un hilo. Lo siento. Lo siento tanto, como ver la cara de felicidad con la que nuestros  políticos quieren vendernos el buen funcionamiento de nuestro país. Porque como dice Mario Benedetti. ¿De qué se ríe señor ministro, de qué se ríe?

-Jerónimo Calero Calero-

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