El Blog de BodegasYuntero sigue apostando por dar a conocer todo lo relacionados con el mundo del vino
La edad del árbol, la calidad y
porosidad de su madera, el proceso de secado y el nivel de tostado al que ésta
ha sido sometida determinan el color, sabor, y aroma de los vinos que reposan
o, como también se dice en argot vinícola, descansan en barricas.
La madera empleada para la
fabricación de las barricas suele ser de roble americano o francés. “Las de
roble americano son más duras y resistentes. Tiene un poro mayor que el
francés, lo que facilita la transmisión de las propiedades de la madera al vino.
Aportando notas aromáticas a café, humo, tabaco o cacao”, explica Antonio Pérez
Carrascosa, enólogo de Bodegas Yuntero.
Por su parte, el poro más fino del roble francés hace que los efectos de
esta madera sobre el vino se detecten más a largo plazo. “Lo que se traduce
–añade Antonio Pérez– en vinos más
elegantes, con notas más sutiles y delicadas, en los que destacan los aromas
balsámicos, a miel, a especias dulces y a frutos secos”.
Para potenciar los compuestos
aromáticos que se traspasan al vino, se debe reducir la tasa de humedad natural
que tiene la madera. Para ello se emplean distintas técnicas de secado o
“curado”: natural (a la intemperie), artificial (hornos), o una combinación de
ambas metodologías. Se trata de un proceso largo, que dura entre 24 y 36 meses.
Posteriormente, las barricas se
tuestan con fuego por su lado interno. El grado de intensidad del tostado
otorga al vino distintas propiedades. “Los tostados ligeros, favorecen las
notas avainilladas y de coco; los medios, resaltan las notas más complejas de
especias, ahumados, vainilla y chocolate; con una intensidad fuerte se
mantienen las notas ahumadas, y las de café y vainilla, pero disminuyen las
especiadas; finalmente con un tostado muy fuerte, predominan las notas a tabaco
y a ahumados”, detalla el enólogo de Bodegas Yuntero, Pérez Carrascosa.
Tras su paso por la barrica, el
vino adquiere un perfil mucho más elegante. La madera de roble suaviza la
textura del vino y lo estabiliza. “Los taninos, que en los vinos jóvenes son
mucho más agresivos –señala Antonio Pérez–, evolucionan con la crianza,
polimerizando entre ellos y combinándose con los antocianos y otros polímeros
vegetales del vino, dando una sensación más agradable y sobre todo más redonda
en boca”.
El color del vino también se ve
influenciado por la barrica. Los pigmentos naturales de la uva (antocianos)
disminuyen durante el proceso de crianza, llegando incluso a desaparecer. Es
por ello que “el color rojo intenso y morado que caracteriza a los vinos
jóvenes vira con la crianza hacia colores más tejas y anaranjados”.
El conocimiento de los distintos
tipos de roble, la procedencia de la madera, la intensidad de los tostados que
aplica cada fabricante, son factores que se tienen muy presentes a la hora de
elaborar vinos de crianza. “En Bodegas Yuntero, la relación que tenemos con las
tonelerías está muy afianzada. Dependiendo del perfil de vino que queramos
obtener, seleccionamos las barricas de un fabricante u otro”, argumenta Pérez
Carrascosa.
En la actualidad, Bodegas Yuntero
dispone de dos mil barricas, de roble americano y francés. Algunos de los vinos
que descansan en ellas son Epílogo Roble, Yuntero Crianza y Yuntero Reserva, a
la venta en nuestra tienda online.
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