Blas Villalta. Malo es que existan en el mundo
ladrones, pero peor aún es que sorprendan robando, por ejemplo, a un policía.
El castigo a un policía que roba será mayor que el que se impondría a un
particular que cometiera el mismo delito, pero que no tenía la función oficial,
precisamente, de hacer que las leyes se cumplan. Las dos faltas están mal, pero
en el caso de un policía que robara se añadiría un componente de traición al
contrato social, pues en su persona hemos depositado como sociedad no sólo la
confianza, sino además los medios físicos que le permitan disponer de la
fuerza, para hacer cumplir las normas legales.
El mismo componente de traición
irreparable encontramos cuando un político, un representante público elegido
por el pueblo, roba, desfalca, malversa, acepta sobornos o incurre en
corruptelas varias. De nuestros representantes públicos esperamos una buena
gestión, y ya damos por descontado que, además de eso, esperamos un
comportamiento cívico ejemplar, que sean los primeros en cumplir las leyes y en
dar ejemplo al resto de ciudadanos. La mujer del César no sólo tiene que ser
honesta, etcétera.
Estos días, preparando mis clases
de 2° Bachillerato, repasaba la trayectoria de Ortega y otros intelectuales
brillantes de aquella Generación del 14 que tantas esperanzas despertó en
nuestro atrasado país de hace un siglo. Llena de optimismo leer algunos
párrafos de los primeros tiempos, de cuando no sospechaban ni de lejos la que
se les vendría encima, y hablaban con amor de la labor de educación política
que cultivarían en España, con el fin de que se convirtiera en un país
democrático y liberal.
Pero al mismo tiempo produce
pesadumbre pensar que hoy, después de todo lo bueno que ha construido nuestra
moderna democracia en las últimas décadas, de los niveles de progreso y
garantías sociales que hemos alcanzado, algunos nos sintamos aún “perdidos en
la inercia provincial”, por decirlo con frase de Ortega. No cabe duda de que la
democracia ha inundado, como sistema político, todo nuestro país.
Democracia en un sentido político
moderno, tan positivo, pero también esa “plebeyización” que Ortega denunció
como “democracia morbosa”: todos igualados por abajo, cualquier opinión es
válida, las malas maneras conviven con las buenas, sean conducidas por la razón
o por el resentimiento. Y eso es peligroso: cuántos aprendices de cacique no
hemos conocido en nuestros retiros provinciales, saltándose alegremente las
leyes y normas comunes, bajo el pretexto de que el pueblo los ampara, de que la
fuerza de las mayorías justifica que se pisoteen los límites de la ley. Qué
pinta la ley, si el pueblo está conmigo, etcétera.
En ciudades españolas de tamaño
medio, adonde han ido llegando en oleadas regulares los aires de la
civilización, ya todo el mundo da por naturales asuntos que hasta hace no mucho
no lo eran: las administraciones son más o menos transparentes, se garantizan
los servicios públicos básicos, existe libertad de expresión, igualdad de
acceso a los servicios y a la información y, en fin, la gestión de los asuntos
públicos está fiscalizada por la gente, en una u otra medida. Pero aún existen
rincones oscuros, y sólo cuando los medios de comunicación sacan a la luz casos
escandalosos nos percatamos de que hay una parte de la administración comandada
por bandidos. Eso sí, democráticamente elegidos, democráticamente consagrados.
En los últimos días he sentido
otra vez una vergüenza trágica al ver el nombre de mi pueblo pregonado en
periódicos y emisoras de radio. En este lugar de La Mancha que es Membrilla han
ocurrido en los últimos años tantos atentados contra las leyes españolas, y los
hemos vivido con tanta gracia y aplauso, que han tomado carta de normalidad.
Pero en cuanto los representantes de mi Ayuntamiento han pretendido además continuar
fuera del pueblo con sus trapacerías, les han dado el alto y ahora nos vemos en
los papeles.
En Membrilla, desde que dirige el
Ayuntamiento el señor Manuel Borja Menchén (perdón por citarlo en el mismo
artículo en el que se cita a Ortega y Gasset), ya nos habíamos acostumbrado a
que la gente transgrediera la ley antitabaco con el consentimiento oficial, a
la institucionalización de los botellones, a la ausencia deliberada de señales
de tráfico que regularan la circulación, a la discrecionalidad de las multas.
También a que no se cumplieran ciertos servicios básicos que un Ayuntamiento
debe prestar, como el arreglo de caminos, la limpieza de parques y plazas, o la
falta de actuación ante los vertidos descontrolados, líquidos y sólidos, al
cauce seco del río Azuer. También a algunos episodios lamentables, como la
secuencia sádica de actuaciones con las que este alcalde pretendió (por cierto,
sin conseguirlo) vilipendiar y expulsar del Ayuntamiento y del pueblo a una
concejala de la oposición.
Personalmente, yo casi me he
acostumbrado a que el Ayuntamiento de Membrilla incumpla sistemáticamente la
Ley de Transparencia, Acceso a la Informacón Pública y Buen Gobierno: entre
otras cosas porque llevo años solicitando informaciones públicas en instancias
oficiales y ninguna de ellas ha sido contestada, ni para bien ni para mal.
También supimos por la prensa que el Ayuntamiento de Membrilla, según el
informe de julio de 2017 del Ministerio de Hacienda, ha incumplido la Ley de
Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera en sus cuentas del
ejercicio 2016, y sólo deseamos que sus cuentas no sean intervenidas por el
Ministerio.
Pero ahora nos enteramos de que
el señor Borja y su corporación han ido más lejos. Estamos pendientes de un
juicio con el Ayuntamiento de Manzanares a propósito de las facturas del agua
potable, pero eso es cuento largo y merece explicación más detallada en otro
lugar. Por lo pronto, la secuencia última de los acontecimientos que enfrentan
al pueblo vecino con Membrilla es la siguiente:
- En febrero de 2013 el Pleno del
Ayuntamiento de Membrilla acordó no aprobar la adjudicación propuesta por la
Mesa de Contratación para la gestión de la Depuradora de Manzanares-Membrilla,
que se había hecho a Acciona Agua, y en cambio se la adjudicó a Dragados. El
Ayuntamiento de Membrilla hizo esto a sabiendas de que no podía hacerlo: pues
existe un solo órgano de contratación conjunto de los dos Ayuntamientos. El
Ayuntamiento de Manzanares y Acciona Agua interpusieron sendos recursos contra
el Ayuntamiento de Membrilla, y el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo n°
1 de Ciudad Real estimó ambos recursos en abril de 2017, anulando el acuerdo
del Ayuntamiento de Membrilla y calificando de “absurda” la actuación de este
último.
- En abril de 2016 el
Ayuntamiento de Manzanares aprobó la Ordenanza Reguladora de Vertidos de Aguas
Residuales, que afecta también a Membrilla, puesto que el Ayuntamiento de
Manzanares es, según la normativa, el titular de la autorización del vertido de
aguas residuales que proceden de “la aglomeración Manzanares-Membrilla”, que
fue concedida por la Confederación Hidrográfica del Guadiana. El Ayuntamiento
de Membrilla conocía esta regulación, o debería conocerla, o podría haber
preguntado a alguna administración si tenía dudas sobre la titularidad. Pero en
lugar de acatar las nomas decidió interponer un recurso
contencioso-administrativo contra la citada Ordenanza del Ayuntamiento de
Manzanares. El resultado es que, en noviembre de 2017, el Tribunal Superior de
Justicia de Castilla-La Mancha, con sede en Albacete, ha desestimado este
recurso, ha aclarado que la competencia de vigilancia, inspección, control y
sanción de los vertidos a la red de alcantarillado de “la aglomeración
Manzanares-Membrilla” es del Ayuntamiento de Manzanares, y ha condenado al
Ayuntamiento de Membrilla a las costas del juicio. En esta última sentencia
también se recalca que “sería absurdo, discriminatorio y perjudicial” para el
buen uso de la red “que los vertidos provenientes de Membrilla no se sujetasen
al régimen de prohibiciones, controles y fiscalización a que se someten las
emisiones que se realizan en el término municipal de Manzanares”.
- Ante este panorama, poco
después de hacerse pública la sentencia del TSJ, el 22 de noviembre de 2017 el
Ayuntamiento de Manzanares, a través de sus concejalas Isabel Díaz-Benito y
Beatriz Labián, denunció algo que ya era vox pópuli en Membrilla desde 2013:
que el Ayuntamiento de Membrilla había construido (supuestamente) una
instalación ilegal en 2013 para que sirviera de baipás a las aguas residuales
que vienen de Membrilla y así evitar en parte el contador de agua que registra
este caudal. El Ayuntamiento de Manzanares paga, en concepto de alcantarillado
y depuración, la diferencia entre la cantidad total de residuos que llegan a la
depuradora y la cantidad que registra el contador de Membrilla, por lo que el
Ayuntamiento de Manzanares considera que entre 2013 y 2017 se ha cometido un
fraude. Y considera además que el Ayuntamiento de Membrilla es el responsable
de ese fraude, puesto que habría construido esa instalación “no autorizada” con
el fin de falsear la cantidad registrada por el contador. El Ayuntamiento de
Manzanares calcula que el fraude le ha costado 38.219,36 euros, y por ello ha
remitido un oficio al Ayuntamiento de Membrilla reclamándole esa cantidad, y
amenazando con nuevas acciones judiciales en caso de que la reclamación no sea
atendida.
- Un día después, 23 de noviembre
de 2017, el Ayuntamiento de Membrilla ofreció su versión del asunto: el
teniente de alcalde, Carlos Martín de la Leona, no negó que esta obra de
canalización paralela exista, pero declaró que se construyó no con el ánimo de
cometer un fraude sino para acabar con el efecto embudo que se produce en la
tubería principal durante las tormentas. Aseguró que remitirá a la empresa
adjudicataria, Acciona Aguas, un informe técnico. Y en cuanto a la autorización
para realizar esas obras en 2013, se limitó a decir que “los responsables de la
empresa adjudicataria de la depuradora y los responsables políticos y técnicos
del Ayuntamiento tuvieron conocimiento”, y señaló como testigos de este hecho a
la empresa que hizo la excavación y a los técnicos del Ayuntamiento de
Membrilla. Además, admitió que esta canalización desvía el agua del registro
“cuando la tubería viene completamente llena y el caudalímetro no da abasto
(sic) a contar los metros cúbicos que entran en el sistema de alcantarillado de
Manzanares”. Un día después, el mismo portavoz se reafirmó en su versión en
unas declaraciones a la emisora Onda Cero Valdepeñas, confirmando que la
canalización paralela se hizo, y obviando explicaciones sobre el principal
punto del que se acusa al Ayuntamiento de Membrilla, que es el de haber
realizado una “instalación clandestina y no autorizada”.
Así las cosas, no sabemos si el
Ayuntamiento de Membrilla en las próximas semanas aceptará las demandas del
Ayuntamiento de Manzanares, pagando lo que le reclaman, o irá a un nuevo juicio
para defender su versión de los hechos. Pero dados los antecedentes, el asunto
no pinta bien para el Ayuntamiento de Membrilla. A mí todo me da una profunda
lástima, que me hace preguntarme en manos de quiénes estamos. El Ayuntamiento
de Membrilla anda ahora difundiendo entre los vecinos, a través de su
televisión local y las redes sociales, sus razones sobre el último caso, aunque
no parezcan tener mucho peso, culpando una vez más al vecino, al forastero, al
otro, al Goliat opresor.
En esta “inercia provincial”
escucho y leo cosas que me producen entre sonrojo y una especie de alerta
miedosa. A final de verano se difundió un burdo montaje con los rostros del
alcalde y varios concejales del Ayuntamiento de Manzanares, con insultos, a
propósito de unas obras en una vía urbana de Manzanares con las que algunos
vecinos de Membrilla no estaban de acuerdo. Unos meses antes, después de
publicarse algunos artículos míos sobre asuntos locales en los que señalaba
directamente actuaciones del alcalde, se había difundido otro montaje con mi
rostro y el de otro vecino de Membrilla calificándonos de vengadores, de
representantes de no sé qué traición contra no se sabía quién, quizá contra la
esencia romántica del pueblo que resiste al invasor. Ya sólo me falta leer en
los documentos oficiales: “Manzanares ens roba”, escrito así en catalán para
agrandar la idea victimista de pueblo afrentado frente al Goliat español y
centralista. He de recordar a estos políticos locales, no obstante, que
mientras no cambien las cosas, Membrilla sigue perteneciendo a España, y está
sujeta a las leyes españolas. Y las leyes vigentes son también democracia, y
están por encima de mayorías absolutas de pueblo. Que paren la soberbia, que
paren el odio, que paren de arrojar paletadas de vergüenza al nombre de
Membrilla. Por favor.
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