No somos heroínas.
Somos hijas, madres, abuelas y, sobre todo, seres humanos conscientes de que
nuestro humilde trabajo puede salvar vidas.
Interesante artículo del Blog "El Diario del Aire"
Ana Cuevas
¿Saben que tenemos en común las limpiadoras
sanitarias y el coronavirus? : La invisibilidad. Nadie nos ve pero ambos
desarrollamos nuestra tarea en silencio. La del virus que nos trae a todos de
cabeza consiste en infectar y expandir la enfermedad con la eficiencia que
caracteriza a los microorganismos. La de las limpiadoras, atajar y plantar cara
a la pandemia con poco más que una bayeta y un producto hiperclorado.
En los protocolos que se dictan
desde sanidad se nos considera personal de bajo riesgo. Es bien sabido que
somos una super-raza, la de la limpieza, que resulta inmune a los riesgos a los
que se ven expuestos el resto de los trabajadores sanitarios. O así debe serlo
puesto que desde las empresas subcontratadas que pagan nuestros sueldos con
dinero público no se está mostrando el menor interés en formar adecuadamente a
sus trabajadores.
Obviando que se nos considere
personal sacrificable a nosotros y nuestras familias, quizás alguno de los
cráneos privilegiados que coordinan esta crisis no ha reparado que con el
desconcierto y falta de pautas concretas estemos contribuyendo a ser
colaboracionistas con el famoso Covid19.
Ante una emergencia de este
calibre, lejos de agradecer, tranquilizar y proteger a las plantillas de
limpieza sanitaria, las empresas y los mandos intermedios se lavan las manos
(más exhaustivamente que Pilatos)
deniegan refuerzos humanos y no se plantean proporcionar materiales tan
necesarios como mascarillas, gafas, guantes o batas sabiendo que el servicio
público sanitario está desbordado y carece de estas medidas básicas para sus
propios empleados. Incluso algunos de estos "encargados/as",
responden a la preocupación mostrada por la falta de personal, información y
medios con amenazas más o menos veladas sobre la posibilidad de rescindirles el
contrato.
En los últimos pliegos de
condiciones advertimos al servicio aragonés de SALUD que los recortes en
limpieza pueden matar. Nadie nos escuchó.
Las empresas pujaron a la baja y
los responsables de nuestra salud dieron por bueno que un ahorro en limpieza
era una nonada que no acarrearía consecuencias para la prestación del servicio.
Así se recortaron plantillas con la bendición de la Consejería pese a que lo
que estaba en juego, como ahora se demuestra, era la vida de los pacientes.
No tenemos miedo. No más que a
otras enfermedades con las que nos toca lidiar a diario. Pero no podemos
hacernos responsables de la dejación e incompetencia de las empresas que se
llenan las buchacas con nuestro trabajo y de la absoluta falta de empatía con
la que la mayoría de las encargadas y encargados de limpieza están gestionando
este asunto.
Tampoco nos sentimos respaldadas
por nuestros comités de empresa, más interesados en seguir manteniendo el culo
atornillado a sus privilegios y horas sindicales que en defender los derechos
de quienes les han votado.
Las limpiadoras acudimos cada día
a nuestros puestos de trabajo como soldados desarmados que van a las
trincheras. El exceso de trabajo y el estrés están minando nuestras filas. Y
desde la retaguardia, nuestras jefas, lejos de proporcionarnos chalecos
anti-virus y palabras de ánimo, nos apuntan para que avancemos a cuerpo
descubierto a colocarnos en primera línea de fuego.
Dicen que en las situaciones excepcionales se conoce la
verdadera naturaleza de las personas. Puede que las limpiadoras seamos
invisibles. Menos que nada para algunos gerifaltes. Sin embargo somos la
primera barrera de contención que puede evitar contagios a la ciudadanía.
No somos heroínas. Somos hijas,
madres, abuelas y, sobre todo, seres humanos
conscientes de que, nuestro humilde trabajo, puede salvar vidas.También
tenemos memoria. Y cuando todo esto pase llegará el momento de purgar a los que
han demostrado su incompetencia y falta de humanidad.
¡La limpieza no se vende ni
achanta! Pero ahora nos toca ser valientes y defenderla de los mercaderes de la
salud y los estómagos agradecidos. ¡Mucha fuerza! ¡Tod@s junt@s compañer@s!
No olvidaremos a quienes nos hoy
traicionan. Pero esa será otra guerra. Y los que tendremos enfrente son más
cobardes que las ratas. Ellos sí que son menos que nada.
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