Les voy a contar un cuento. Había
una vez un reino, en el que abundaban el vino y las palomas. Un reino en el que
sus buenas gentes vivían su día a día en paz y armonía. La vida parecía marchar
bien. Un nuevo Rey había sido elegido sustituyendo al anterior, sus gentes se
afanaban en llevar a cabo sus quehaceres diarios de la mejor forma que podían y
la vida transcurría tranquila. Todo apuntaba a que sería un año más.
Sin embargo, aquel año no fue un
año cualquiera. Al final del verano, una bruja apareció de la nada, sesgó la
vida a algunos de sus habitantes y causó lesiones en más de un centenar,
sembrando el caos y el desconcierto por todas partes. Nadie parecía saber qué
estaba pasando y mucho menos el nuevo Rey. Aquella bruja se llamaba
“Legionella”. Nadie la vio acercarse y nadie la vio alejarse. El tiempo pasó y
aquella visita inesperada de aquella bruja malvada fue poco a poco olvidándose.
Pero este cuento no es un cuento
más, este cuento ocurrió de verdad y como suele ocurrir, el final no fue tan
idílico. Porque la mayoría de los habitantes de ese reino se resisten a olvidar
lo que pasó. Muchos de sus habitantes se preguntan por qué aún se desconocen
los focos desde los cuales la bruja propagó su peste y por qué no hay un
reconocimiento oficial y público de todos aquellos que dieron su vida y de
quienes pusieron su salud en riesgo. Por qué no se vio venir a aquella bruja y
por qué aún no han aparecido los informes que prueban que el nuevo Rey y el
anterior, llevaron a cabo todas las medidas preventivas que marca la ley para
evitar que aquella bruja se enojara y visitara aquel reino. Todos tenemos la
idea de que el terror viene del fanatismo, de las bombas y de las balas, pero
aquel año el terror vino del agua.
Aquellos pueblos que desconocen
su historia están condenados a repetirla. Por eso es tan importante dar
respuesta a todos estos interrogantes. Hay que seguir manteniendo en la memoria
la visita de aquella bruja.
Porque, aunque yo haya querido tratar la historia
como un cuento, la Legionella visitó Manzanares y las víctimas fueron reales.
Es importante que nos expliquen qué pasó porque no queremos que se vuelva a
repetir la historia, no queremos que vuelva a pasar.
Todos conocemos a alguien que fue
alcanzado por esta peste. Desde aquí mi recuerdo y reconocimiento a todas y
cada una de ellas, a las que por desgracia perdieron la vida, y las que
arrastraron secuelas durante meses, en especial a mi madre que también se vio
afectada.
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