Bajada del paro, creación de
empleo, recuperación económica, subida de afiliación a la Seguridad Social,
salida de la crisis... Son mensajes que desde hace tiempo oímos casi a diario,
como si sus emisores y propagadores pretendiesen que su repetición constante terminará
por ser asumida o creída por la ciudadanía.
La siguiente tabla muestra los
datos de personas desempleadas y número de habitantes empadronados en
Manzanares en los últimos años:
Estos datos muestran una continua
pérdida de población en nuestro pueblo junto a la disminución de personas
desempleadas. La bajada del paro siempre es una buena noticia, pero su análisis
en estos tiempos de “salida de la crisis” debe acompañarse de otras realidades
que van más allá de una simple estadística. La pérdida de población de Manzanares,
hecho que también se extiende a la mayoría de pueblos y ciudades de nuestra provincia
y comunidad autónoma, es uno de ellos. Si durante el periodo 2014-2017, el paro
ha bajado en 504 personas, al mismo tiempo se han marchado 718 personas. Aunque
la pérdida de población se explica por diversos factores, la falta de
perspectivas laborales y por tanto vitales es una de las principales. La
mayoría de las personas que deciden emigrar a otras ciudades, comunidades o
países, no suelen ser trabajadores
o trabajadoras con su vida arraigada al
municipio. Muchos son jóvenes, con o sin formación, que no tienen oportunidad
de acceder al mundo laboral, o como mucho, solo pueden aspirar a enlazar de
forma intermitente trabajos precarios. La realidad cotidiana muestra que los
esfuerzos de las administraciones, cada una con sus distintos niveles de
responsabilidad y competencias, no están dando los frutos deseados para
fomentar el acceso a trabajos estables y dignos. Los millones de euros destinados
a políticas de empleo no están siendo una solución a medio y largo plazo para acercarnos
a ese horizonte. Aunque en este contexto de aumento de desigualdades, riesgo de
pobreza, precariedad y falta de oportunidades laborales (especialmente para
grupos más vulnerables como mujeres, mayores de 50 años, jóvenes sin
formación..), los planes de empleo son una herramienta necesaria para paliar
situaciones de emergencia social, no son la única solución al problema del paro
estructural y de la precariedad que va camino de convertirse también en
estructural. Los planes de empleo, cuyas pautas de planificación y ejecución también
deberían replantearse e iniciar una transición hacia modelos económicos y
sociales más diversificados, sostenibles y formativos, pueden servir para bajar
la tasa del paro en un momento determinado, salvar estadísticas, generar
noticias y fotos, pero desgraciadamente por si solos no solucionarán el
problema del desempleo, ni proporcionarán un futuro a medio y largo plazo para
nuestros pueblos y ciudades.
Toñy Real |
El descenso del paro tan
utilizado para convencernos de la supuesta bonanza económica, se ha conseguido
mayoritariamente gracias a contratos temporales, a tiempo parcial o por horas, con
peores sueldos y en los que además muchas veces se producen fraudes en cuanto a
sus condiciones reales, amparados por políticas y reformas laborales basadas en
el descenso de los costes empresariales vía sueldos, la precarización y
fragmentación de los puestos de trabajo y el recorte de derechos. El resultado
ha sido el paso de cientos de miles de personas a situaciones de vulnerabilidad
y riesgo de pobreza. Esta profundización en el modelo neoliberal «a la
española» ha extendido la figura del trabajador y trabajadora pobre, que con salarios
de apenas 800-900 euros tiene que mantener un
Las personas desempleadas de más
de 50 años (449 en nuestro municipio) son el grupo que mayores dificultades
tienen para volver a acceder al mundo laboral y el que ha sido más invisibilizado.
Este colectivo es el que acumula mayor porcentaje de parados de larga duración (más
de un año) y de muy larga duración (más de dos años). Un número creciente del
mismo ha perdido definitivamente la esperanza de volver a encontrar un empleo y
se ha autoexcluído de la búsqueda activa de empleo. Además desde 2013, los
parados de larga duración de más de 55 años son obligados a jubilarse
anticipadamente a los 61 años, lo que ha supuesto un recorte medio del 20% en
sus pensiones. En este caso, se puede hablar de personas expulsadas del sistema
laboral y de dramas personales y familiares que más allá de lo económico, se
expresan también en situaciones de resignación, pérdida de autoestima, ansiedad
y depresiones. Realidades cotidianas y cercanas de los que pocas veces habla la
política, los medios de comunicación y las estadísticas. Ante estas situaciones
el mensaje de salida de la crisis, recuperación económica y creación de empleo,
tanto a nivel estatal, regional o local adquiere matices de parcialidad,
sugestión y propaganda. Por tanto, la supuesta bondad de los datos, no debería
esconder también la influencia de otros factores menos amables como la pérdida
de población activa, la emigración, las jubilaciones forzosas, la temporalidad
y fragmentación de los puestos de trabajo, la precarización de las condiciones
laborales y los sueldos. Puede que así suba el PIB pero es a costa de aumentar
la desigualdad, de empujar hacia los límites del sistema a un creciente número
de personas que se acercan cada vez más a la pobreza y condicionar el futuro de
próximas generaciones.
Estamos ante un modelo económico
basado en la desigualdad creciente, en el recorte de servicios, la pérdida de
derechos y la depredación tanto de recursos naturales como humanos Necesitamos
iniciar una transición decidida hacia nuevos modelos que pongan la economía al servicio
de las personas y del planeta. Necesitamos economías sociales, sostenibles y solidarias
que nos aseguren bienestar en todos los sentidos, un reparto más equitativo de
la riqueza, mayor cohesión social, empleos dignos y derechos sociales. El
modelo global neoliberal por muchos mensajes, propaganda, estadísticas y cifras
macroeconómicas que nos repita, seguirá enriqueciendo a unos pocos y
empobreciendo cada vez a más. También aquí dónde nos creíamos «primer mundo».
Toñy Real |
En estos últimos meses en los que
tanto se ha hablado de la Constitución Española, tanto de su defensa, su
incumplimiento o posibles reformas, recordamos lo que dice en su artículo 25: «Todos
los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre
elección de profesión y oficio, a la promoción a través del trabajo y a una
remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia sin
que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo».
El derecho al trabajo no solo
implica su reconocimiento formal sino que debería ser una prioridad política
para todos los poderes públicos. Para la aplicación de otros artículos ya han demostrado
ser rápidos, diligentes y sin escatimar en recursos.
Toñi Real.
Concejal del Grupo Municipal Asamblea Ciudadana de
Manzanares.
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