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…El concejal de empleo, se agarró a
aquella suma, como si la distribución numérica del teclado de un ordenador
pesara más que la distribución igualitaria de los géneros en las bolsas de empleo
que financiamos todos.
Pedro María Castellanos |
En el último pleno, el del mes de
marzo, una ampliación de créditos para cubrir una tensión en tesorería fue el
origen de un error, provocado por un baile de números en las fechas que el
documento que se estaba aprobando contemplaba. Todos los allí presentes, tanto
el público, como los concejales y los funcionarios, coincidimos en que se
trataba de un error que el señor secretario cometió a la hora de redactar el
documento. Este error obedecía sin duda, a que el señor secretario, así como
las demás personas que leyeron previamente el documento equivocado, que fueron
muchas y que tampoco supieron darse cuenta del fallo, son seres humanos.
Se podría decir entonces, que el error
es un principio fundamental que nos iguala a todos, nos democratiza y nos
convierte en seres humanos, ya seamos altos o bajos, ricos o pobres, hombres o
mujeres. La diferencia estriba pues en la forma que tenemos que afrontar
nuestros errores y, sobre todo, en cómo afrontamos y digerimos los errores
ajenos. Eso es lo que realmente nos diferencia, la capacidad de comprender que
el otro se puede equivocar como uno mismo. Ocurrió en ese mismo pleno, que el
señor Jerónimo Romero Nieva-Lozano, concejal portavoz de UPYD, cometió un error
al redactar una de las interpelaciones que ese día presentó al pleno
municipal. El error consistía, como en
el caso anterior, en un baile de cifras a la hora de calcular un total. Jerónimo
Romero Nieva dijo que de un total de 24 contrataciones había 22 hombres y 3
mujeres. Lógicamente 22+3 son 25 y no 24, de ahí el error, cometido
probablemente por hallarse el número 4 muy cerca del 5 en el teclado del
ordenador, y no porque el señor Romero Nieva, cuyo currículum es más extenso
que el de muchos de los allí estábamos presentes, no supiera hacer una simple
suma. Pues el señor Pablo Camacho, en posesión de la palabra, se agarró a este
comprensible error para echar por tierra toda la idea principal de la
interpelación, que no era otra que la de igualar, o hacer más igualitarias, las
bolsas de empleo municipales. No le parecía bien la idea al señor concejal de
empleo, del partido socialista, que Manzanares tuviera unas bolsas de empleo
que favorecieran más la igualdad entre hombres y mujeres, como defendía el
concejal de UPYD, Jerónimo Romero Nieva. Y a falta de claridad de ideas, se
aferró a la anécdota y no al contenido como argumentario para sostener aquel
rechazo.
No contento con eso, y tras el segundo
turno de Jerónimo en el que pidió disculpas por el error, Pablo Camacho siguió
mofándose y espetó: “Cada uno tiene sus maneras, usted tiene las suyas, y yo
tengo las mías”. Dejando claras cuales
son las maneras que defiende uno, que de forma humilde asumió el error como un
descuido en la redacción, y las maneras que defiende el otro, Pablo Camacho,
que con arrogancia se agarró a aquella suma, como si la distribución numérica
del teclado de un ordenador pesara más que la distribución igualitaria de los
géneros en las bolsas de empleo que financiamos todos.
Por cierto, yo también cometo errores.
Esta vez lo cometí a la hora de titular el artículo, pues quise decir “La paja
en el ojo ajeno”, que sería la forma correcta. Espero que me disculpen, y que
sus maneras, querido lector, sean más parecidas a las del señor Jerónimo Romero
Nieva, que a las del señor Pablo Camacho, a la hora de entender los errores y
aceptar las disculpas de quien, como usted, es un ser humano.
Pedro María Castellanos
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