Cuando de repente, te
azota y sacude un gran dolor, como en este caso a mí, por la pérdida de Paco, mi marido durante veintisiete años, mi
amigo, mi compañero, mi confidente, mi cómplice, mi consejero.... cuando
pierdes todo esto, repito, te doblegas, te recoges y solamente miras a tu
interior sin ser capaz siquiera de ver más allá de ti misma.
Hoy,
después de tres meses, y con los ojos todavía anegados en lágrimas, siento la
necesidad de dirigirme a todos vosotros.
Aún resuena en mi mente,
con la misma intensidad de aquel día, ese aplauso enérgico y sobrecogedor de
todos los presentes a la salida de la iglesia. Último mensaje de despedida,
último signo de gratitud que podíais ya ofrecerle. Con nudos en las gargantas y
ríos de lágrimas descendiendo por vuestras mejillas. Gritos,
ahogados, de ¡Viva Paco!
No me cabe la menor duda
de que él os hubiera estado muy agradecido y al mismo tiempo satisfecho de sí
mismo. Sí, hubiera estado satisfecho de sí mismo por haber depositado en cada uno de vosotros una semilla.
Una semilla de la cual nace la solidaridad, el trabajo en equipo, la confianza
en el prójimo, la libertad, la ayuda al más débil, la hermandad..... Porque él
era así, limaba las asperezas que se encontraba en el camino y reforzaba las
relaciones humanas.
Y fueron todos estos
valores, los que de repente, dormidos durante muchos años, a borbotones y en
cascada, afloraron a la superficie aquel día, en cada uno de vosotros. Cada
cual, con su propia historia, llevaba un pedazo del amigo perdido, formando
parte de vuestra personalidad, de vuestros recuerdos, de vuestra vida....
La vida es así, todos
tenemos nuestro tiempo, y el suyo ya ha concluido, pero os aseguro, que estaría más que satisfecho sabiendo
cuanto amor ha depositado en vuestros corazones.
Por
otra parte, y ya a título personal, os diré, porque así lo deseo, que gocé
durante todo este tiempo de un amor inquebrantable. Un amor que no escatimó
recursos ni fuerzas para demostrármelo todos y cada uno de los días que pasé a
su lado. Así, no puedo retener en mi mente, porque nunca existió, una mala
frase, ni un mal gesto, ni siquiera en los días (que fueron muchos sobre todo
en los últimos años), en que el sufrimiento, terco e implacable, se cebaba en
él.
Tenía
esa virtud y además la buscaba. Tenía la virtud de hacer la vida fácil a los de
su alrededor y luchaba, mientras le era posible, para que viviéramos ajenos a su malestar.
Sus hijos, fueron la
bonanza de su vida. Un fruto que (en los años anteriores a nuestro matrimonio
no era mas que un sueño inalcanzable) le proporcionó los días más felices de su
vida. Les transmitió, siempre con una inmensa dulzura, su sabiduría. Los educó
con justicia y equidad, con firmeza y flexibilidad. Buscaba que, los pocos
momentos de los que disfrutaba de ellos (ya de mayores), fueran plenos y los
exprimía al máximo. Buscaba temas interesantes para ellos y así llamar su
atención y disfrutarlos mientras tanto.
Mi familia y yo os damos
las gracias a los lectores de este periódico digital, a sus amigos que no
escatimaron en gastos para demostrarle por última vez su amistad. A la
Corporación Municipal, que hicieron un hueco en su agenda para expresarme sus
condolencias. Al PSOE, que también lloró su pérdida, a mis compañeros de
trabajo, que con comedimiento y sigilo me extendieron sus manos y me ofrecieron
su ayuda. A sus hermanos y a los míos,
que me mantuvieron en pie en mis peores momentos, a todos aquellos que me
llamaron por teléfono porque por motivos de distancia no pudieron venir, a los
que me habéis apoyado por medio del correo electrónico. A todos aquellos, que
lo conocieron durante un periodo corto de tiempo o vivieron con él durante unos
años, como los amigos de la infancia, sus alumnos de guitarra, sus compañeros
del JACE, los del bachiller nocturno, los que frecuentaron durante un tiempo el
INEM, los que vivieron con él en la etapa en que fue concejal, los del club de
fotografía... y a todos los manzanareños que no se sientan aludidos y que
también me han dado su apoyo..
Solo me resta deciros, que
se ha marchado sin ver cumplida su última ilusión. Ver publicado la segunda
parte del libro "Quien se esfuerza vive" que ya conocéis.
Me siento en la obligación
de hacer realidad su sueño y aunar todas mis fuerzas para conseguir que esta publicación
vea la luz.
Aprovecho esta oportunidad
para invitaros a participar y a colaborar, hasta la publicación del libro, con
la asociación cultural “amigos de Paco Boni”, y de esta manera, mantener vivos
los valores que él nos dio.
Nada más, reitero mi
gratitud, y os mando un abrazo
Ana María Romero
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