Sin duda, la revelación de estas elecciones europeas ha sido
Pablo Iglesias, el líder de la formación de ultra-izquierda “Podemos”. Por su
interés, envío este documento a los principales medios locales para que lo
tengan en su consideración, en clara contraposición al análisis realizado por
la formación Izquierda Unida. Está escrito por Manuel Llamas, conocido analista
económico, con el que me identifico en muy gran medida. Que lo disfruten.
“La gran revelación de las elecciones europeas celebradas
este domingo ha sido, sin duda, la formación Podemos que lidera el joven
politólogo y tertuliano Pablo Iglesias. Este profesor de universidad ha sabido
recoger muy hábilmente el descontento y la desconfianza hacia la clase política
que reflejó en su día el movimiento 15-M mediante un discurso simplista y
utópico, cargado de la demagogia y el populismo más abyecto y deleznable,
aprovechándose de la profunda ignorancia económica y la triste ingenuidad
política de que hace gala buena parte de la población. Iglesias, consagrado ya
como el líder incuestionable de la extrema izquierda española, ha sabido
cautivar a más de 1,2 millones de descreídos, soñadores e incautos que tienen
por denominador común el rechazo frontal al capitalismo y una confianza ciega
en el estatismo absoluto como solución a todos los males, pese a que el
socialismo radical ha fracasado siempre y en todo lugar, cosechando a su paso
los mayores desastres de la historia de la humanidad.
Iglesias, junto a sus fieles camaradas y maestros Juan
Carlos Monedero y Jorge Verstrynge, es un firme defensor del bolivarianismo que
rige en Venezuela, del enquistado peronismo que tanta miseria ha causado en
Argentina y del despótico castrismo que todavía esclaviza Cuba. Es, en
definitiva, un comunista de manual, solo que, gracias a su fluida verborrea y a
su cuidada imagen informal, ha logrado transmitir la simpatía y proximidad que
demandaban muchos votantes en contraposición a la distancia insalvable que
refleja la llamada casta política, identificada hoy como uno de los grandes
problemas del país debido, sobre todo, al brutal impacto de la crisis, la
extendida corrupción
Los periodos de grave crisis como el que actualmente sacude
la Unión Monetaria, y muy especialmente los países del sur de Europa, siempre
han constituido un caldo de cultivo idóneo para los extremismos. Sucedió con la
Primera Guerra Mundial, que derivó en la revolución bolchevique en Rusia y la
instauración del fascismo en Italia, y, posteriormente, con la Gran Depresión
de los años 30, cuando el nazismo conquistó Alemania. Es en los momentos de
grandes dificultades cuando el pueblo, azuzado por la desesperación y la rabia,
se agarra a los salvapatrias y cuentacuentos cual clavo ardiendo, sin pararse a
pensar en el inmenso destrozo que conllevan sus particulares utopías
estatistas. La victoria del Frente
Popular de Marine Le Pen en Francia y de
Syriza en Grecia -sin olvidar a los neonazis de Amanecer Dorado-, el fuerte
apoyo al Movimiento Cinco Estrellas en Italia -convertido en segunda fuerza del
país- o la potente irrupción de Podemos en España son una muestra inequívoca
del alarmante ascenso que está cosechando el populismo, tanto de izquierdas
como de derechas, en el seno del euro.
Manuel Llamas. |
¿Pero qué proponen realmente estas nuevas fuerzas políticas?
Muy simple: mucho más Estado y menos mercado. Los extremos se tocan y, en este
sentido, fascistas y comunistas coinciden en la necesidad de borrar las
libertades y derechos individuales mediante una apisonadora estatal mucho más
poderosa, obviando así el sufrimiento, la ruina y el colapso en el que acabaron
desembocando todos y cada uno de los experimentos de planificación central en
el pasado. Basta ojear el programa de Podemos para percatarse del desastre que
conllevaría su consecución. Para empezar, el partido de Pablo Iglesias propone
impagar la deuda pública y someter a referéndum la pertenencia al euro. La
primera medida supondría la quiebra del Estado y, por tanto, el cierre absoluto
de la financiación a través de los mercados. España se vería abocada, de una u
otra forma, a abandonar el euro y, muy posiblemente, también la UE, lo cual
implicaría decretar un corralito financiero para transitar hacia una nueva
moneda devaluada. Es decir, los españoles perderían una parte muy sustancial de
sus ahorros, como en su día aconteció en Argentina. Y ello sin contar que el
Banco de España, tras recuperar la autonomía monetaria, sería utilizado por el
Gobierno para financiar buena parte de su gasto y deuda pública, provocando una
grave escalada inflacionaria y un empobrecimiento generalizado de la población.
Lo grave es que esto sólo sería el principio del fin.
Podemos plantea disparar el gasto público mediante la puesta en marcha de
grandes Planes E para combatir el paro -muy original, sin duda-. También
defiende reducir la jornada laboral a 35 horas semanales, así como adelantar la
edad de jubilación a los 60 años, elevar las prestaciones no contributivas y,
cómo no, derogar la última reforma de las pensiones. Si España ya no se puede
permitir financiar el actual sistema, imagínense semejante deriva. Simplemente,
insostenible. Además, abogan por subir el salario mínimo, imponer un salario
máximo, derogar la reforma laboral, eliminar las ETT o prohibir los despidos en
las empresas con beneficios. En resumen, nacionalizar por la puerta de atrás el
factor trabajo.
En materia fiscal, Podemos defiende una brutal y
generalizada subida de impuestos: más IRPF y Sociedades, un nuevo tributo sobre
"grandes fortunas", Impuesto de Patrimonio, Tasa Tobin, supresión de
las sicav, IVA del 35% sobre "bienes de lujo"... A ello habría que
sumar una ingente banca pública, como si el fiasco de las cajas no fuera
suficiente, y la nacionalización directa de los grandes "sectores
estratégicos". Iglesias quiere que el Estado tome el control absoluto en
las áreas de "telecomunicaciones, energía, alimentación, transporte,
sanitario, farmacéutico y educativo", y domine de forma indirecta los
medios de comunicación, limitando que una empresa o grupo pueda ostentar más
del 15% de un determinado sector, ya sea prensa, radio, televisión, internet,
etc.
Y ya puestos, ¿por qué no repartir una "renta básica
para todos y cada uno de los ciudadanos por el mero hecho de serlo"
equivalente a unos 600 euros al mes (umbral de la pobreza)? Poco importa que su
coste supere de lejos los 300.000 millones al año; también defienden limitar
los tipos de interés, extender el alquiler "social", despenalizar la
okupación, expropiar y/o disparar los impuestos sobre las viviendas vacías;
garantizar la gratuidad de los recibos de agua, luz y calefacción, entre otras
muchas barbaridades de toda índole, como la nacionalización de "tierras en
desuso" y grandes fincas, el control de precios en los alimentos, el
cierre de todas las nucleares y centrales de gas y carbón -y su sustitución por
más renovables-, imponer la pesca y la agricultura "ecológicas",
limitar la caza, prohibir la tauromaquia o impedir la manida "especulación
urbanística".
El problema de Iglesias, y el de la izquierda en general, es
que desconoce cómo se genera y se desarrolla la riqueza. El socialismo piensa
que es algo dado, cual maná caído del cielo, y que la economía es un juego de
suma cero, de modo que la función del Estado consiste en redistribuir
justamente los recursos. Sin embargo, como bien demuestra la historia, lo único
que acaban repartiendo es miseria, muerte y coerción, exceptuando, cómo no, a
la privilegiada cúpula que ostenta el poder. En este sentido, es paradigmático
que la gran receta de los indignados consista, básicamente, en sustituir la
actual casta por otra (la suya) exacerbando el poder político que tanto
critican hasta límites insospechados. Así pues, en realidad, no son
antisistema, sino prosistema. Por último, valga como ejemplo la siguiente frase
de Pablo Iglesias para evidenciar su particular estilo de hacer política...
‘Yo pienso en Francia, últimamente, mucho. Y recuerdo una
frase que me entusiasmó de Jean-Luc Mélenchon: Si gano las elecciones, lo
primero que haré es hacer que el Ejército desfile por los Campos Elíseos para
mandar un mensaje a los mercados financieros. Ya me gustaría a mí poder hacer
lo mismo.”
Este es parte del futuro de lo que quedará de España. Sin
duda.
Artículo original de D. Manuel Llamas, analista económico.
Juan Rodríguez.
Presidente de Liberales e Independientes por Manzanares
(LIM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario