lunes, 19 de octubre de 2015

MEA CULPA. Por Jerónimo Calero Calero



Sí. Hoy podría escribir. No sé si de cualquier cosa porque siento mi alma en clave de tristeza. Y la tristeza  es proclive a una inspiración triste. Y  no sé si todo el mundo, pero yo siento la necesidad de purificar esta sensación de culpa, porque eso es en definitiva la tristeza: un sentimiento de culpa por aquello en lo que tú no aportas soluciones aunque puedas. Y lo hago escribiendo y recriminando/me y sintiendo que el miedo nos frena: miedo a perder lo que creemos poseer, miedo a que nuestra  opulencia  (opulencia sí, porque en mayor o menor escala hay muchos opulentos) , nos descubra cobardes, incapaces de pensar en algo que no seamos nosotros mismos,  miedo a perder ese consumismo absurdo que con sus falsos señuelos nos ha acaparado para su causa (una causa demoníaca  que nos ha apresado en su tela de araña); miedo a que nos falte la calefacción, o el aire acondicionado,  o el coche, tan imprescindible, miedo a no poder pagar la luz, el teléfono, la Tablet, las mil pequeñas cuotas  con las que suicidamos nuestro futuro. Y claro, así, ¿quién piensa en los otros? en los que para vivir su día a día tienen que echar mano de su imaginación, hacer  magia para seguir sintiendo que la vida también cuenta con ellos aunque esa vida sea de una marginación y una pobreza absoluta.


Y uno, desde su tristeza, piensa que no somos dignos de llamarnos seres humanos; que la humanidad bien concebida debería ser otra cosa; que la sociedad o la filosofía o los gobiernos o la educación  o las religiones o todo aquello que nos conforma como personas está carente de conciencia. Y sin conciencia nos modela. Y aunque en un
momento de tristeza sintamos que no es así, que no debe ser así, seguiremos pensando que los que no se esfuerzan no tienen derechos, que los privilegios hay que ganárselos y que cada quién es responsable de lo que le ocurra. Nuestra sociedad capitalista es excluyente hasta el extremo de creerse sus propias mentiras aderezándolas de verdad. Yo sé que es probable que no exista ninguna filosofía que pueda encauzar nuestro paso por la vida, de haber existido ya lo habría resuelto;  que no somos conscientes de que esa brevedad de nuestro ser nos volverá a poner en el punto de partida, es decir, nos volverá a dejar en debilidad, en soledad, en llanto, un llanto que únicamente, podrá mitigar la muerte.


¿Qué tendrá que ocurrir para que un día podamos sentirnos orgullosos de nuestra condición humana?  Tal vez esta pregunta se la esté haciendo la humanidad desde que el mundo es mundo y tal vez nunca lleguemos a encontrar la respuesta. No sé si este mensaje podría llamarse apocalíptico, porque parece ser que ni eso, profetizado por tantos  a través de los tiempos, tiene visos de verdad. Creo que sólo cabe esperar a que nos vuelva la conciencia y, alguna vez, sepamos hacer lo correcto.

Jerónimo Calero Calero

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